Caminaba bajo el sol con 37 grados. El calor, mis gafas empañadas, y el sudor se contradecían con mis ojos sedientos y emocionados al ver miles de miradas.
Siempre llevaba mi cámara, pero sólo después de largas jornadas de exhibiciones, cuando el sol cesó pude captar mis imagenes, encontrarme con ellas y no que otros me las mostraran a mi.